lunes, 16 de mayo de 2011

Pepinillos, la Lucha sin Fin

En lo profundo de la noche, cuando uno se adentra en las calles de Bernetta puede encontrar cualquier cosa. El pasado 18 de mayo de 2003 surgió un nuevo peligro de entre las calles de este singular poblado lleno de almas en pena que conviven con los vivos.
Cada vez que una persona de entre setenta y ciento veinticinco años compraba pepinillos, una horda de osos hormigueros le perseguían hasta su casa bailando la conga, una vez en casa del comprador le ayudaban a sacar las cosas de las bolsas y a colocarlas en su sitio y le preparaban la comida por las siguientes tres semanas para luego desaparecer provocando gran pena entre los ancianos, pues es bien sabido por todos que los osos hormigueros son grandes amantes de la alta cocina, aún a expensas de tener que escalar para llegar a ella.
Estos sucesos dispararon la venta de pepinillos y provocaron que los ancianos de ciento veintiséis años crearan grupos de protesta y se hicieran con las calles de la ciudad reivindicando su derecho de tener osos hormigueros que les ayuden con la compra, por otro lado los mayores de ciento veintisiete años consideraron que las revueltas provocadas por los jóvenes se debían a la alta carga violenta que fomentaban en ese momento algunos nuevos videojuegos lanzados al mercado.
Por suerte por allí rondaba nuestro perspicaz investigador Clerckum Handirtruser para, de un modo totalmente altruista, encargarse del problema que sin duda alguna resquebraría la paz y armonía que ya hacía años naufragó intentando llegar a la inmensa ciudad de Bernetta por el lado oeste de la ciudad, el del lago.
Las numerosas obras de caridad que Handirtruser realiza a favor de los ancianos se deben a que su abuelo falleció haciendo puenting, el pequeño Clerckum con tan solo cinco años ya mostraba grandes signos de lo que con la edad se convertiría en una profunda cleptomanía, para cuando el abuelo se dio cuenta de que Handirtruser se estaba llevando la barandilla del puente al que estaba sujeto ya era tarde, cabe mencionar que la cuerda resistió el impacto con total firmeza, ahora la utilizan para sujetar ataúdes en los coches fúnebres. La culpabilidad que siente Handirtruser por haber soltado la barandilla cuando su abuelo estaba suspendido al otro lado del puente le ha llevado a realizar tantas obras caritativas dirigidas a la tercera edad. El hecho de que los ancianos lleven bastón también influye, pues Clerckum teme a las personas con bastones desde que un hombre de ciento cincuenta y cuatro años, o lo que quedaba de él, le dio una soberana paliza con un bate de béisbol en presencia eso si, de un bastón.
Para comenzar a resolver este caso Clerckum disponía de una información mas bien escasa, de hecho él aún no sabía que se estaba encargando del problema que azotaba la ciudad, por no saber, no sabía ni siquiera que la ciudad estuviese siendo azotada. Como siempre Handirtruser abrió el periódico por la página de sucesos para buscar algún enigma o problema que resolver.

Un incendio tuvo lugar ayer en el auditorio, tal eventualidad se originó en el apoteosis de la interpretación de la danza del fuego adaptada por el compositor malagueño Anduriyasi Kushicachi, que insertó nuevos elementos en la representación de la obra sinfónica, con el fin de que la danza fuese más realista y moderna, las tendencias piromaníacas del compositor le llevaron a sustituir los trombones por cerillas, las tubas por quince bidones de gasolina, y el piano por una montaña de doscientos kilos de madera de pino seca. El incendio se produjo en el apoteosis de la obra, y duró exactamente veintitrés minutos. El fuego fue reducido a cenizas en cuanto comenzó la siguiente pieza a representar esa noche por la filarmónica de Bernetta. El lago de los cisnes, adaptada por Anagorina Kushicachi, mujer del anterior compositor malagueño y también compositora y amante del agua provocando grandes celos en su marido. Los cambios según ella modernistas que introduce en la obra consisten en sustituir los violines por un tanque de agua con tres tiburones y el abuelo de Heidi, cambiar al arpa por el cuerpo de bomberos, pero no a la mujer que toca el arpa, por lo que ella tocaría ahora al cuerpo de bomberos, y sustituir el atril del director por una boca de incendios, la ausencia de cisnes en un comienzo inquieta al público, pero pronto se comprende la genialidad artística del hecho.
Eventualmente Anduriyasi suele intervenir antes que su mujer, y ella por lo tanto representa su obra a acto seguido para dar continuidad a las representaciones. Tan solo en una ocasión actuaron al revés y los resultados fueron funestos al desparramar primero el tanque de agua y rociar a todo el mundo para en la obra de su marido acabar por fulminar el auditorio en un escabroso pero espectacular incendio...

Viendo que no había nada interesante en la página de sucesos Clerckum cerró el periódico viendo un detalle en la portada que llamaría su atención. El titular de la portada del Deily Bernetta era: ¿APARECERÁ EL HÉROE LOCAL ESTA VEZ?
Una horda de osos hormigueros persiguen a nuestros ancianos creando revueltas entre ellos.

Handirtruser se dio cuenta al instante de que el héroe local del que hablaban era él, y no dudó un segundo en ponerse en marcha. Recopiló toda la información posible y la colgó toda en Internet en una página web llamada Wikipedia, luego recopiló toda la información posible acerca del caso que acababa de asignarse. Tras largas horas de búsqueda, Handirtruser disponía de un titular en la portada del Deily Bernetta, y una pegatina del flautista de Hamelín. Tres días más tarde la búsqueda de información aún continuaba, se prolongó tanto porque no encontraba un lugar en el que pegar tan bonita pegatina. Cuando por fin lo encontró, había perdido la pegatina, pero por suerte su gran amigo Plaskyh estuvo recopilando información durante todo ese tiempo, y le dejó tres esquemas bien organizados en el escritorio de su amigo y coinvestigador Clerckum.
Cuando Handirtruser vio toda la información en su escritorio pidió de inmediato cita en el psicólogo, pues dedujo que eso lo había organizado sonámbulo, mientras dormía, porque es tan responsable y dedicado a su trabajo que si él no lo hace, su subconsciente lo hace por él.
Al acudir al psicólogo este le dijo que eso se debía a un problema infantil, causado por el enorme deseo sexual que siente por su difunta madre, los hechos convertían a Handirtruser en un necrófilo incestuoso. Existía la posibilidad de acudir a grupos de ayuda, o bien a necrófilos anónimos o a exincestuosos empedernidos, ambos grupos solo solucionarían su problema a medias. El psicólogo le ofrecía una solución mejor basada en unas tres visitas semanales durante cuarenta y tres semanas, haciendo recalcar el hecho de que él cobra por horas.
Handirtruser no tenía tiempo para tanta psicoterapia y acudió a un acupuntor. No le quitó el supuesto problema del sonambulismo, pero salió de allí con un apetito monstruoso por lo que fue a comer a un bufe libre, donde acampó por tres semanas.
En esas tres semanas el caso no estuvo detenido, sino que lo sacó adelante un hermoso San Bernardo de pelo brillante llamado Plaskyh. El gran amigo de Clerckum tenía algunas ideas sobre como afrontar el problema, la situación ya empezaba a ser muy tensa y las protestas de los grupos de ancianos rebeldes estaban a punto de pasar al estado de guerrilla entre los ancianos de ciento veintiséis años y los conservadores de más de ciento veintisiete.
Habitualmente las brigadas antidisturbios están dotadas de todo tipo de objetos de contención, pero entre andadores los ancianos avanzaban sin piedad dejando en la miseria a toda fuerza del orden público. El último intento por sofocar a ambas partes no llegó por vía diplomática, pues los ancianos más conservadores de ciento cuarenta y tres años ya organizaron revueltas meses atrás por la erradicación del sonotone, haciendo inútil cualquier futuro intento de diálogo. Por lo que el último recurso fue utilizar gas lacrimógeno. Ancianos de ambos bandos, tanto de ciento veintisiete años como de ciento veintiséis, habían vivido ya una guerra civil y tres posguerras, eso por no hablar del gran número de ellos que antaño hubo trabajado en la mega central nuclear que no cumplía con ninguna de las medidas de seguridad reglamentarias, ni con la hora del almuerzo, motivo por el cual realizaron innumerables protestas. El gas lacrimógeno era para ellos como un simple día de niebla. La situación se le estaba escapando de las manos al gobierno, por lo que Plaskyh debía intervenir cuanto antes.
La primera solución que el perro barajó fue la de hacer una propuesta legal para reinstituir la esclavitud, pero solo utilizando como esclavos a los delincuentes presos. De este modo Plaskyh compraría a Dios que permanecía encarcelado en la prisión estatal, y con el todopoderoso de su lado, resolvería los problemas de la ciudad con los ancianos.
Dado que el juzgado no abre los viernes, el San Bernardo decidió buscar algo más inmediato, y haciendo gala de que los perros se parecen a sus dueños, mientras salía a pasear, se le ocurrió la brillante idea.
Una vez descartada la posibilidad de dar un lengüetazo a los ancianos para dejarlos aturdidos y poder meterlos en un asilo, Plaskyh pensó otra cosa.
Entre tanto, nuestro querido Clerckum estaba en un mar de dudas existenciales, divagando entre que comer primero, pollo o albóndigas bañadas en salsa de arándanos.

El sofisticado plan comenzaba por quitar del mercado los pepinillos pero ya hacía días que se habían acabado las existencias y los osos hormigueros dejaron por si solos de lado su misterioso comportamiento haciéndonos llegar a la conclusión de que los ancianos ya no sabían por que peleaban, puesto que ya habían comenzado las guerrillas.
La ley de protección del anciano determina claramente que toda acción realizada por un mayor de setenta y cinco años que carezca de justificación alguna debe de ser no solo permitida sino que el gobierno deberá ayudar a su realización. Plaskyh hizo saber esto al alcalde de la ciudad para finalmente encontrar el modo de sacarle provecho al asunto.
El gobierno habilitó bunkers por toda la cuidad, los ancianos conservadores de ciento veintisiete años luchaban sin piedad con globos de agua, pistolas de pintura, y todo tipo de armamento inofensivo contra los rebeldes de ciento veintiséis convirtiendo las guerrillas entre ancianos en una de las principales atracciones turísticas de la ciudad.
A Plaskyh se le entregó una medalla honorífica, y una placa conmemorativa a nombre de la empresa Handirtruser S.L.
Cuando Clerckum vio la placa se quedó tremendamente asombrado, ya que interpretó haber resuelto el problema mientras dormía sobre alguna de las mesas del bufé. En ese momento le inundó la intención de comenzar la terapia con el psicólogo, pero de tanto que había comido no parecía que pudiera moverse en bastante tiempo.

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