jueves, 2 de junio de 2011

Cien metros lisos, pero no del todo.

He dedicado mucho tiempo para este momento, para estar aquí al sol, pequeños saltos dan soltura a mis músculos, con cada impacto contra el suelo la tensión se desvanece. Toda esa gente nos observa a los ocho sin entender nada, yo no miro a mis rivales, no se si son contrincantes o compañeros, yo soy para mí mas rival que ellos. Cierro los ojos y respiro hondo, levanto la vista y ya solo existe una cosa, la meta. La calle frente a mi es tan corta como infinita, mi respiración es cada zancada, un esfuerzo desmesurado donde diez segundos serían eternos. ¿Por qué?

¿Qué me cuestiono? Quedar primero es ser el mejor en aquello en lo que lo he intentado ser toda mi vida, es la gloria, es la fama, es el reconocimiento de mi esfuerzo, es respeto. Los niños tendrán posters con mi expresión cruzando la meta.

Yo no quiero nada de eso, esto es tan estúpido, millones de personas miran como nosotros salimos de aquí para llegar allí, y además allí no hay nada, quiero decir, si hubiese un jugoso pollo con patatas y yo estuviese hambriento entonces lo comprendo, pero no es el caso, no hay nadie allí para abrazarme cuando llegue, no hay tras la meta mas que valores estúpidos que no significan absolutamente nada. No obstante quiero llegar el primero, o al menos eso creo, antes quería y bueno ya que estoy aqui, a fin de cuentas es lo que esperan de mi.

Preparados... nos agachamos, cada pie a su sitio, el impulso inicial es la clave para no tener complicaciones, solo tengo que hacer lo que he hecho siempre, bajo la cabeza...

Listos... ya está, es el momento, el cuerpo está acomodado, este momento es inimitable, nuncamas lo volveré a vivir, hay que disfrutarlo.

Ya... salida nula, el de la calle dos se anticipó, tantas prisas para qué.

Nos colocamos de nuevo. Esta vez si es la de verdad, ¿La de antes era de mentira? ¿cómo puede ser una experiencia de mentira.

Preparados... Las experiencias solo pueden ser de una manera, o son o no lo son. O lo que es mas importante, si estoy en la calle cinco ¿el de la cuatro es mi vecino?

Listos... quita esas tonterías de la cabeza, presta atención, y no, no le pidas sal bajo ningún concepto al de la calle cuatro. Pero sin sal el momento será mas soso y no lo disfrutaré tanto.

Yá... el pistoletazo es rotundo y me cgió pensando en la sal que le da sabor a la vida, zancada a zancada, voy recuperando, tengo energía de sobra para llegar al final bien, el aire se adapta a mi cuerpo, el tiempo se detiene, cada impulso, cada exalación, cada centésima es mas nítida que nunca, esto es la sal, que absurda es la vida, y yo corro sin ir a ninguna parte. La meta está ahí, un pequeño esfuerzo final y ya está, si no veo a mis rivales es que están tras de mi... y final. He ganado, se acabó, todo por lo que he luchado siempre aquí se ve reflejado, ya está... noto un golpe en la cabeza y como me desplomo.

¿Qué ha sucedido? pregunto mientras miro mi cuerpo desplomado en el suelo.
Por suerte un pollo asado camina a mi lado y me responde.-La bala de fogueo del disparo de la salida mató a una gaviota que sobrevolaba el estadio y la gaviota calló sobre tu cabeza matándote a ti.

Me siento muy extraño, no por estar muerto, no por no poder disfrutar mi triunfo, sino porque la gaviota murió sin haberme visto ganar la carrera.

XML Relato de una madrugada despejada y de viento suave.