jueves, 23 de abril de 2009

Rodrigo

Sentaos aquí a mi alrededor que hoy voy a hablaros del egoísmo y el egocentrismo.
Lo cierto es que el ego está mal visto, ser egocéntrico es... bueno no se como explicarlo, pero si no lo se explicar yo ¿Quién iba a poder hacerlo? Obviamente nadie. Una persona egoísta es una que piensa más en si misma que en mí, y eso no es bueno. Aunque ahora que lo pienso a lo mejor yo no soy la persona más indicada para hablar de este tema.
¡Qué diablos claro que lo soy! Ser egoísta es coger el último trozo de pollo que queda en el plato, pero yo no creo que debamos juzgar a nadie a partir de un muslito, yo siempre soy el que agarra el último trozo de pollo, pero lo hago para que nadie piense que los demás son egoístas, ya que yo soy conocido por mi humildad. Pero que decir ahora del egoísmo que yo no haya dicho ya en otra ocasión.

Recuerdo una pequeña historia que habla del egoísmo:

El Sol comenzaba a despuntar por el horizonte, la luna yacía tumbada sobre la arena de la playa que hay en el cobertizo y los peces cantaban como cada mañana. La mujer de Rolphy, Almira, había salido a dar un paseo hacía dos semanas y aún no había vuelto. Rolphy que era un hombre bastante avispado se percató esa mañana al levantarse de que faltaba algo, pero no sabía lo qué, y que quizás les habían entrado a robar así que tomó un bate de béisbol con su mano derecha, por si los ladrones aún seguían en la casa, y se dirigió al dormitorio para comentárselo a su mujer, fue entonces cuando se percató de que era ella aquello que él echaba en falta en la casa.
-Con razón apenas me queda ropa limpia- se dijo mientras marcaba en el teléfono- Martín, que soy Rolphy, dile a tu mujer que se ponga. Martina, si, mira, que quería preguntarte que... ¿Cómo se pone la lavadora?- y en cuanto colgó puso a lavar su ropa. Más tarde llamó para preguntar como se tendía la ropa. A los cinco días volvió a telefonear para preguntar cuando había que recoger la ropa. Más tarde llamó nuevamente a Martina para preguntarle cómo se planchaba. Cuando volvió a llamar para preguntar donde estaba la plancha Martina se había suicidado.
Rolphy y Martín se fueron conociendo poco a poco hasta enamorarse e irse a vivir juntos, al principio resultaba todo un tanto extraño ya que ninguno de los dos sabía cocinar, ni doblar la ropa, ni barrer los platos o fregar el suelo. Pero al cabo de cinco meses la situación mejoró cuando Almira regresó de su paseo por el parque. A partir de ese día los tres iniciaron una relación amorosa que duraría hasta el final de sus vidas o cuanto menos hasta el día de su muerte.

La historia nos muestra que Almira fue muy egoísta al irse a dar un paseo sabiendo que iba a volver tarde sin dejar ninguna nota. Y nos enseña a pensar un poco en los demás antes de hacer lo que nos de la gana así a lo loco.
Sin duda el egoísmo es muy malo, yo por suerte soy una persona maravillosa y nada egocéntrica ni egoísta.
-Venga Rodrigo que es la hora de la medicación, y no se entretenga mucho rato más hablando con las plantas que antes de las diez hay que estar en cama.
-Mis amigos han venido a escucharme, están siempre aquí para escuchar lo que les digo, no como vosotros que me tomáis por loco.
-No diga eso Rodrigo, sabe perfectamente que nosotros nunca llamamos loco a nadie.
-Ya es cierto, solo dicen que tengo trastornos de la realidad. Váyase usted al carajo con su realidad, algún día mis amigos y yo nos largaremos de aquí y triunfaremos en la vida.

(Lo curioso es que al día siguiente de suceder esto en el centro psiquiátrico de Alburquerque, el interno Rodrigo y las cuatro plantas que estaban en la esquina del salón del televisor habían desaparecido. A los cinco años de suceder esto en las cercanías del centro psiquiátrico fue inaugurado el Rodrigo's, la mayor cadena de invernaderos de Europa y cada tarde personas de todas partes acuden al invernadero central para escuchar las historias sobre las virtudes y los vicios humanos que Rodrigo cuenta a todos los amigos que han ido a escucharle).
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lunes, 20 de abril de 2009

Solteros al viento

En lo profundo de la noche, cuando uno se adentra en las calles de Bernetta puede encontrar cualquier cosa. El pasado 31 de septiembre de 2003 surgió un nuevo peligro de entre las calles de este singular poblado lleno de almas en pena que conviven con los vivos.
A cada hora en punto un viento fuerte alzaba a los individuos que vivían solos, esta singular ventolera se llevaba a una persona cada hora desde las tres de la tarde hasta las diez de la noche, ya que era un viento al que le gustaba dormir en abundancia.
Los secuestrados por el viento eran llevados a la mas alta de las torres Kunyi, conocidas porque al anochecer encienden las luces de la última planta de las ocho torres de mil seiscientos trece pisos y desde el suelo, si el cielo no esta nublado, se puede observar la constelación de la ostra enfadada.
El problema carecía de gravedad alguna, ya que allí arriba, la gente tenía tiempo de sobra para conocerse y enamorarse, y una vez hecho eso el viento los bajaba habiéndoles encontrado un piso compartido a muy buen precio y ya con las mudanzas hechas. No obstante, nuestro perspicaz investigador Clerckum Handirtruser consideró esto un problema de máxima gravedad y comenzó su investigación.
En un principio todo era muy extraño, pues Handirtrusinho no tenía nada más que el testimonio de algunos afectados, que sin rencor alguno hacia el viento, le estaban muy agradecidos por el favor que les había hecho al ayudarles a encontrar a alguien con quien compartir su vida, un claro caso del síndrome de Estocolmo sin duda alguna. Los testigos de los secuestros tampoco ayudaban mucho.
-Estaba aquí comprando ropa y de pronto entró en la tienda un fuerte viento y se la llevó del probador- los tenderos si que estaban muy enfurecidos con el viento ya que la gente que vive sola tiende a gastar su dinero comprando cosas inútiles.
Con el paso de los días y tras largas horas de investigación, con sus correspondientes pausas para desayunar y dar de comer a los patos del parque, nuestro investigador fue poco a poco descubriendo que la única forma de atrapar al malhechor era subiendo él mismo a la mas alta de las torres Kunyi, el problema era que las torres no tenían ni siquiera una escalera que comunicase con el tejado, lo que hacía imposible que nadie pudiera entrar ni salir de allí sin el consentimiento del viento.
Handirtruser ya casi había desistido en la búsqueda de algún modo de subir a la torre, cuando en un alarde de inspiración, mientras estaba en el inodoro, se le ocurrió la brillante idea.
Una vez en el avión, a cuatro mil pies de altura, (de una talla cuarenta y tres), nuestro querido Clerckum se tiró en paracaídas sobre la torre, pero a causa de un leve error de cálculo cayó en la contigua. Por suerte en este otro rascacielos anidaba un faisán gigante que no dudó en acercar a Handirtruser a la torre en la que se encontraban los secuestrados por el viento ni en darle un silbato para acudir en su ayuda cada vez que fuese necesario.
La superficie de la torre era enorme y Handirtruser jamás imaginó que allí pudiera haber un parque acuático. La gente secuestrada parecía encantada en ese lugar, pero Clerckum sabía que a pesar de los bailes, las fiestas, el parque acuático y el hotel cinco estrellas en el que las víctimas estaban alojadas, ellos no estaban realmente contentos, pues probablemente ese estado había sido inducido por el viento para que los secuestrados no le tuvieran represalias.
Clerckum pasó allí unas dos semanas, pero el viento nunca se llegaba a acercar, por lo que acabó llamando a su amigo el faisán, el cual acudió sin mayor reparo y a petición de Handirtruser le llevó juntó al ser supremo que controla todo en el mundo y que todo lo vé.
Una vez en la casa blanca Handirtruser le comentó al presidente lo que estaba haciendo el viento y él dijo que lo que sucedía en Bernetta no era de su jurisdicción ya que no sabía donde se encontraba tal ciudad. No obstante, los mandó junto a uno de sus subordinados y les dijo que tal vez él si podría ayudarlos.
En cuanto Dios vio a Handirtruser y a su amigo y transporte el faisán, no dudó en apresarlos y amordazarlos para someterlos a la peor de las torturas, cultivar acelgas y comer solamente lo que salga de la cosecha por el resto de sus días. Todo parecía perdido para el héroe de Bernetta, cuando de pronto, como venido de ninguna parte apareció el gran amigo y coinvestigdor Plaskyh, un san bernardo con una navaja suiza colgada al cuello, y tumbó a Dios de un solo lengüetazo.
Dios fue encarcelado en la prisión de la ciudad por cadena perpetua tras un juicio justo por supuesto, en el cual se le acusó de atentar contra la humanidad y el argumento principal se basaba en la creación de la misma, de allí no podría salir hasta terminada la condena a la que fue sometido ya que esa prisión a petición expresa del alcalde la había construido Dios con sus propios poderes, <<¡Qué ni tu mismo puedas escaparte!>> le pidió en su momento el alcalde a Dios, y este así lo hizo a cambio de una buena suma de vales descuento en todas las tiendas de la ciudad.
Con los elogios que Mr. Handirtruser hubo recibido por neutralizar a Dios, se olvidó del caso del viento, no obstante cada fin de semana pide a su nuevo amigo el faisán que le suba unas horitas al SPA situado en lo alto de la más alta de las torres Kunyi.
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