martes, 5 de enero de 2010

AQUELLA NOCHE QUE ME PUSE UNA CARETA BLANCA Y ME MIRE A UN ESPEJO ARMADO CON UN CUCHILLO DE CARNICERO Y UN BOLIGRAFO AZUL

Hoy es uno de esos días, de esos en los que me despierto sin haberme acostado, y me doy miedo, tanto miedo que soy incapaz de asustarme a mi mismo, tanto miedo que sumido en la oscuridad de mi nueva careta me hundo en la luz de la claridad de mi piel. ¿Quién soy? Soy Dios, lo soy porque me veo capaz de arrebatarte la vida, o a mi mismo si es que hablo con mi reflejo. Sin temor alguno pero con miedo, con mucho miedo.

Pero no temas, yo estoy aquí para salvaguardar tus dulces sueños; para que esas gráciles mariposillas caigan fulminadas por la mirada oscura que emanan mis ojos. Y ya sin pelos en la lengua, tu historia.

Llegaste hace dos semanas y te tumbaste sobre el mismo sillón que estás ahora, sobre el mismo en el que has vivido tantos domingos de calma, y sobre el mismo en el que probablemente mueras, pero quién sabe como acaba tu historia. Yo lo se y por eso la cuento. Tras tumbarte cerraste los ojos, dejaste caer tu cabeza hacia detrás como si tu vida fuese un espejismo de una realidad que anhelas. Pero pasado un tiempo, cuando abres los ojos y descubres que vives en la ilusión que has creado a conciencia, a la que has dedicado cada minuto de tu vida y con cuyo resultado no estas conforme. Entonces te duermes como si todos tus errores se desvanecieran. Pero no lo hacen, si lo hicieran no estarías bajo mi control; no te habrías puesto esta careta; no asustarías a lo mas profundo de tu alma; no recordarías tu muerte antes de haberla vivido, no verías tu cuello rebanado ni tu preciado sillón cubierto de sangre. Porque eres feliz. Pero no lo hacen, no se desvanecen porque no te mereces mas que esta careta que minuto a minuto has ido creando hasta completar el vacío de sus ojos negros. Y la vida sigue sin mi, te quitas la careta y de verdad esta vez te duermes.

Despiertas, lo haces porque deseas despertar; porque masoca de ti lloras por recuperar tu putrefacta existencia llena de mentiras y engaños a los que llamas felicidad. Eres feliz, muy feliz, por eso estoy yo aquí y tu sentado ante mi reflejo, porque te inunda la felicidad tanto como los deseos de que tu malvada zurda cruce de un lado a otro empuñando lo que intuyes desde el reflejo a través de esos dos pequeños huecos negros. Pero una vez despierto ya no recuerdas nada, y si recuerdas algo no es sino aquellas mariposillas antes de que yo les arrancara las alas lentamente. Te gustan esas mariposas aún sabiendo que no son reales, porque son las que te alimentan, te dan un amor que no puedes sentir y te obligan a querer despertarte cada mañana.

Yo te amo, las mariposas ni siquiera tú sabes de donde salieron, yo he salido de tu mirada, si observas esta careta en sus ojos descubrirás el amor que albergas en mi interior, o en el tuyo si es que estas hablando con un reflejo.

Te voy a contar el final de la historia. Al final mueres y te encuentras conmigo, pero antes, como cada noche en estas dos ultimas semanas, te tumbas en tu sofá y te liberas de un estrés que no tienes. Cierras los ojos, abres las manos desarmándome y te duermes para, consciente de mi, seguir soñando con las mariposas de colores, que cada día cambian sus alas para que no te aburras demasiado.

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