domingo, 5 de abril de 2009

El secuestrador de ancianos

En lo profundo de la noche, cuando uno se adentra en las calles de Bernetta puede encontrar cualquier cosa. El pasado 23 de marzo de 2003 surgió un nuevo peligro de entre las calles de este singular poblado lleno de almas en pena que conviven con los vivos.
Comenzaron a desaparecer los ancianos para pocos días después reaparecer cincuenta años más jóvenes y con muchas ganas de comer pollo. Pero como no, allí estaba Clerckum Handirtruser para nuevamente desvelar el misterio que acechaba esta ahora desvalida ciudad.
Se puso toque de queda a los ancianos, pero no sirvió de nada, no obstante el desconcertado Handirtruser o Handirtrusinho para los amigos creyó que instalando un localizador a los ancianos podrían encontrar la guarida del secuestrador y probablemente pedir cita para someterse al proceso de rejuvenecimiento. La falta de presupuesto y el incremento de población activa en la localidad de Bernetta, dificultaban la colaboración con Handirtruser por parte de la alcaldía y otras autoridades, por lo que no se pudo llevar a cabo la idea inicial de nuestro perspicaz investigador.
Los días pasaban incesantes y nuestro querido Clerckum seguía exactamente en el mismo punto de la investigación, el principio, hasta que en un momento de inspiración, sentado en el inodoro, se le ocurrió un brillante idea.
Se dejó ver a altas horas de la noche disfrazado de anciano, con un andar tullido bastante forzado y equipado con la más alta tecnología de bastones con ABS y sombreros con airbag. Sin duda Handertrusinho pronto llamaría la atención del secuestrador.
El tiempo pasa, el cansancio empieza a hacer mella y el secuestrador no da señales de vida, son ya tres los días que Mr. Clerckum lleva deambulando por la ciudad, hasta que ya no puede más y cae desmayado al suelo haciendo saltar el airbag de su sombrero, hecho que provocó que la gente bislumbrara el espectáculo y le tirara unas monedillas. Nuestro desvalido Handertruser no las tenía todas con sigo, pero esa misma noche, tal vez atraído por el dinero, el secuestrador apareció para raptar al que, creyendo que era un anciano enclenque y debíl, resultaría ser el astuto investigador de Bernetta, Clerckum Handertruser.
Mientras el secuestrador dormía a la vispera de realizar el rejuvenecimiento del heroe local, Handertruser se desató y buscó al malvado hombre. Una vez lo encontró, lo despertó, lo vistió y le dio el desayuno, procedió a atarle, pero no sin antes mencionarle la posibilidad de quitarse él a si mismo unos añitos, principalmente para recuperar su extraordinaria potencia sexual ahora ligeramente mermada por la edad. Entre tanto palabrerío a Handertruser se le olvidó atar al secuestrador que sin piedad le amordazó y se dispuso a reducirlo a un horrible feto con tremendas ansias de comer pollo.
Este parecía el fin de Handertrusinho, pero cuando todo parecía perdido, su mejor amigo Plaskyh, un San Bernardo con una navaja suiza colgada al cuello, y un sombrero con airbaj en la cabeza, se abalanzó sobre el secuestrador y lo redujo de un solo lengüetazo.
Nuevamente el infalible investigador completó su misión con exito capturando al secuestrador de ancianos, el pueblo le abucheó pues se reconoció que los ancianos suponían un estorbo y que hacía falta mano de obra joven, pero la población tenía un problema mayor dado que todos los exancianos estaban sedientos de carne de pollo, a ser posible a la plancha y algo pasada. Los efetos secundarios del rejuvenecimiento pronto acabaron con las reservas de pollos de la ciudad, sin duda un nuevo caso que requería la ayuda de Handirtruser y su gran amigo Plaskyh.
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