Sentaos aquí a mi alrededor que hoy voy a hablaros del egoísmo y el egocentrismo.
Lo cierto es que el ego está mal visto, ser egocéntrico es... bueno no se como explicarlo, pero si no lo se explicar yo ¿Quién iba a poder hacerlo? Obviamente nadie. Una persona egoísta es una que piensa más en si misma que en mí, y eso no es bueno. Aunque ahora que lo pienso a lo mejor yo no soy la persona más indicada para hablar de este tema.
¡Qué diablos claro que lo soy! Ser egoísta es coger el último trozo de pollo que queda en el plato, pero yo no creo que debamos juzgar a nadie a partir de un muslito, yo siempre soy el que agarra el último trozo de pollo, pero lo hago para que nadie piense que los demás son egoístas, ya que yo soy conocido por mi humildad. Pero que decir ahora del egoísmo que yo no haya dicho ya en otra ocasión.
Recuerdo una pequeña historia que habla del egoísmo:
El Sol comenzaba a despuntar por el horizonte, la luna yacía tumbada sobre la arena de la playa que hay en el cobertizo y los peces cantaban como cada mañana. La mujer de Rolphy, Almira, había salido a dar un paseo hacía dos semanas y aún no había vuelto. Rolphy que era un hombre bastante avispado se percató esa mañana al levantarse de que faltaba algo, pero no sabía lo qué, y que quizás les habían entrado a robar así que tomó un bate de béisbol con su mano derecha, por si los ladrones aún seguían en la casa, y se dirigió al dormitorio para comentárselo a su mujer, fue entonces cuando se percató de que era ella aquello que él echaba en falta en la casa.
-Con razón apenas me queda ropa limpia- se dijo mientras marcaba en el teléfono- Martín, que soy Rolphy, dile a tu mujer que se ponga. Martina, si, mira, que quería preguntarte que... ¿Cómo se pone la lavadora?- y en cuanto colgó puso a lavar su ropa. Más tarde llamó para preguntar como se tendía la ropa. A los cinco días volvió a telefonear para preguntar cuando había que recoger la ropa. Más tarde llamó nuevamente a Martina para preguntarle cómo se planchaba. Cuando volvió a llamar para preguntar donde estaba la plancha Martina se había suicidado.
Rolphy y Martín se fueron conociendo poco a poco hasta enamorarse e irse a vivir juntos, al principio resultaba todo un tanto extraño ya que ninguno de los dos sabía cocinar, ni doblar la ropa, ni barrer los platos o fregar el suelo. Pero al cabo de cinco meses la situación mejoró cuando Almira regresó de su paseo por el parque. A partir de ese día los tres iniciaron una relación amorosa que duraría hasta el final de sus vidas o cuanto menos hasta el día de su muerte.
La historia nos muestra que Almira fue muy egoísta al irse a dar un paseo sabiendo que iba a volver tarde sin dejar ninguna nota. Y nos enseña a pensar un poco en los demás antes de hacer lo que nos de la gana así a lo loco.
Sin duda el egoísmo es muy malo, yo por suerte soy una persona maravillosa y nada egocéntrica ni egoísta.
-Venga Rodrigo que es la hora de la medicación, y no se entretenga mucho rato más hablando con las plantas que antes de las diez hay que estar en cama.
-Mis amigos han venido a escucharme, están siempre aquí para escuchar lo que les digo, no como vosotros que me tomáis por loco.
-No diga eso Rodrigo, sabe perfectamente que nosotros nunca llamamos loco a nadie.
-Ya es cierto, solo dicen que tengo trastornos de la realidad. Váyase usted al carajo con su realidad, algún día mis amigos y yo nos largaremos de aquí y triunfaremos en la vida.
(Lo curioso es que al día siguiente de suceder esto en el centro psiquiátrico de Alburquerque, el interno Rodrigo y las cuatro plantas que estaban en la esquina del salón del televisor habían desaparecido. A los cinco años de suceder esto en las cercanías del centro psiquiátrico fue inaugurado el Rodrigo's, la mayor cadena de invernaderos de Europa y cada tarde personas de todas partes acuden al invernadero central para escuchar las historias sobre las virtudes y los vicios humanos que Rodrigo cuenta a todos los amigos que han ido a escucharle).
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