… que eso sea del todo malo. Si es
cierto que al no haber, por así decirlo, leyes naturales, todo se
vuelve mucho más impredecible. Es desconcertante desde luego que un
hecho sencillo, como una puerta que se abre girando un pomo, pueda
variar en cualquier momento. Aunque la haya abierto cien veces de esa
forma no hay nada que me garantice que eso vaya a seguir sucediendo
de ese modo. Pero al mismo tiempo pienso que eso es lo que
verdaderamente le da sentido a todo, ese constante cambio, esa
improvisación real que no es que me permita, es que me obliga a ser
espontáneo. Desde aquí el estado de vigilia parece verdaderamente
aburrido, rutinario y anodino.
¿Consideras entonces que lo
rutinario es aburrido?
Desde luego, la esencia de la vida se
encuentra indudablemente en el cambio y en el modo en que lo
asimiles.
Sin embargo nos comentabas
anteriormente que tus días preferidos eran aquellos en que formabas
parte de un sueño recurrente.
Si, puede parecer contradictorio. Pero
lo cierto es que los sueños recurrentes, tienen lo mejor de ambos
mundos. Ya que mantienen el carácter familiar del entorno, de la
rutina que te genera confianza y seguridad. Pero al mismo tiempo
están repletos de detalles, detalles que no sabes muy bien si es que
no te habías fijado o es que realmente ahora son distintos. Porque
el soñador ha tenido un día distinto. Por eso que aunque la boda
sea la misma, aunque la dama de honor siga cogiendo el ramo y lo use
para matar a rosazo limpio a cada uno de los miembros de coro, ahora
las rosas son blancas o a lo mejor esa noche bebemos cava rosado,
porque él ha visto un anuncio ese día o porque se lo han servido. A
lo mejor el cura hoy es una modelo en lencería. De pronto, la boda
es dentro de una iglesia pero al aire libre, y al salir del espacio
techado con hermosas cúpulas de nubes y montañas, nos encontramos
con que el exterior es ahora una iglesia por dentro. Y son esos
detalles, a veces tan pequeños y otras veces tan grandes, los que
hacen que un sueño recurrente sea algo nuevo.
Me gustaría hacerte una pregunta
personal, que por supuesto eres libre de no contestarnos. ¿Qué se
siente a ser consciente de que no eres real?
Yo creo que sí soy real.
Pero eres el producto de un
subconsciente, eres parte de un sueño de alguien.
No. Yo no soy parte de nadie. Ese es
el entorno en el que vivo, pero el soñador no es mi creador. Seria
como decir que un mono no existe porque vive en la selva.
Yo soy autosuficiente, si me gusta un
sueño me quedo, si no me gusta me largo. Sigo existiendo cuando el
soñador se despierta, mi existencia no está supeditada al sueño de
nadie. De hecho yo creo que soy mucho más real que los soñadores.
Ya que vosotros vivís realmente en vuestras mentes, imagináis cosas
antes de hacerlas, soñáis antes de actuar. Obviamente no todos,
pero la gran mayoría de los soñadores son entes pasivos que no
hacen más que soñar pero que nunca hacen nada más. Desde este lado
hemos trascendido la necesidad de soñar, de imaginar, nosotros somos
la imaginación, yo soy un sueño hecho realidad, onírica, pero
realidad al fin y al cabo. Y eso hace que viva, que exista, porque mi
mente está conmigo, no tengo un subconsciente que se vaya de paseo,
no tengo millones de entes oníricos que pasean por mi interior como
les place. Claro que soy parte de un soñador, de la misma forma en
que un soñador es parte del mundo en el que vive. Si tú te
consideras real, yo también lo soy.
Podríamos continuar en este debate
sin fin, pero vamos a darle fin porque en nuestra revista nadie lee
más de tres párrafos seguidos y no tenemos fotos del ente onírico
para intercalar. Muchas gracias por concedernos la entrevista y
esperamos verle pronto en nuestros mejores sueños.
Ha
sido un placer hablar con vosotros y seguro que nos vemos pronto, en
los mejores y en los peores sueños también.
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